Ruben Östlund propone crear licencias para utilizar cámaras como sucede con las armas
El doble ganador de la Palma de Oro cree que los medios deberían tener un mayor control.
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Pocos directores suelen ser tan polémicos en Europa como Ruben Östlund. Un cineasta que suele tener un poderoso altavoz cuando se acerca el Festival de Cine de Cannes, ya que realizador sueco pertenece a ese selecto club que se ha llevado hasta en dos ocasiones la Palma de Oro del certamen de la Croisette. La cosa es que en sus últimas declaraciones ha tenido una idea un tanto controvertida sobre las garantías que necesita el consumo de medios. En un contexto en el que estos tienen cada vez, un impacto más sustancial en la sociedad.
En la entrevista, Östlund planteó la idea de que las imágenes se han vuelto hoy en día, muy poderosas y omnipresentes y que por tanto, las cámaras podrían necesitar de una regulación al igual que las armas precisan de una licencia para ser manipuladas y en definitiva, utilizadas. Unas afirmaciones con cierta lógica en el sector, dada la posibilidad de manipulación existente hoy en día a través de las fake news y la inteligencia artificial.
«Tengo una idea. ¿Qué pasaría si sólo te permitieran usar una cámara si tienes una licencia? Se necesita uno para un arma, al menos en los países sofisticados. Las cámara también es una herramienta poderosa», le explicaba el director a The Guardian. En ese punto de su discurso, Ruben Östlund abordó el debate clásico en torno al cine y la realidad, donde se intenta siempre responder a la pregunta de si el séptimo arte responde a un reflejo propio de la vida que conocemos o si moldea en cierta medida la sociedad: «Las películas están cambiando el mundo y es importante tener eso en cuenta cuando se ejerce esta profesión. En la industria del entretenimiento existe la extraña sensación de que si se trata de ficción entonces no afectará al mundo. Hay que luchar bastante para que la gente se dé cuenta del tipo de efecto que tienen las imágenes que consumimos».
Ruben Östlund también cree en la experiencia cinematográfica
Al igual que otros cineastas como Cristopher Nolan y Denis Villeneuve, Ruben Östlund cree en la salas como la experiencia óptima, cinematográficamente hablando, para el consumo del cine. Un acto que según el creador tiene un beneficio claro sobre la visualización comunitaria que obliga al público a procesar las ideas como grupo, en lugar de individualmente. «Ofrece una especie de asamblea ciudadana, en la que todos reaccionan y empiezan a formular cosas juntos. Las reuniones físicas en las que puedas discutir lo que has experimentado serán cada vez más importantes a medida que la gente se adentre en un metamundo», le contaba al medio británico.
El cuatro veces nominado al premio de la Academia, siguió expresando que la explicación a la obra forma parte de como la procesamos, si en conjunto o individualmente. Claramente, Östlund apuesta por la colectividad de la experiencia: «Finalmente nos hemos dado cuenta de que su punto único no es la pantalla grande. Es tener que procesar la información de una manera completamente diferente, porque alguien podría preguntarte qué piensas. Cuando miras las cosas individualmente, no estás procesando las imágenes de forma intelectual, sino como un zombi».
La polémica con el #MeToo
Östlund se ganó la enemistad de feminismo cinematográfico por sus declaraciones en torno al papel de la mujer joven y guapa en la sociedad, mientras promocionaba El triángulo de la tristeza: «La película la escribí, en parte, cuando apareció el movimiento MeToo. Me pareció interesante que no hubiese una discusión honesta sobre el uso de la belleza como esa moneda de cambio de la que hablamos, como si las mujeres no fuesen conscientes de esas monedas, de sus propias armas, si las tienen (…) Es como, ¡venga ya! ¡Claro que eres consciente! Somos animales sociales y claro que somos conscientes de lo que provocamos en los demás».
El director lleva haciendo cine desde la primera década del siglo XXI, pero el reconocimiento internacional le ha llegado de forma bastante reciente, gracias a alguno de sus últimos largometrajes. Obtuvo su primera nominación al Oscar a Mejor película internacional en 2018, gracias a The Square. En 2023, su presencia en la alfombra roja cobró especial relevancia, al estar considerado en las categorías de Mejor película, Mejor dirección y Mejor guion original por El triángulo de la tristeza. Lo último que sabemos de su futuro es la aparición en el documental Chambre 999, donde acompañado de otros directores da su perspectiva sobre el futuro del cine, funcionando como una especie de secuela de Habitación 666, estrenada y dirigida por Wim Wenders en 1982.